- 28jul2012
| Graderío La Hoya. Garray (Soria)
La paz que habían firmado las ciudades celtibéricas y el cónsul Marcelo, fue duradera del 151 a.C. al 143 a.C, pero las ansias expansivas de Roma pondrían fin a esta.
La guerra rebrota en el año 143 a.C. la actuación de los administradores romanos y la situación socio-económica de los pueblos del interior había cambiado poco; por ello los celtíberos se levantaron contra Roma, como había sucedido anteriormente con los lusitanos al frente de Viriato (147 a.C.), iniciándose de esta manera la segunda fase de las guerras celtibéricas.
Para los años 141 y 140, fue nombrado Q. Pompeyo quien, con 30.000 infantes y 2.000 jinetes, realizó el itinerario desde el Jalón hasta Numancia (ocupando probablemente el campamento del Castillejo), y fue derrotado por los numantinos y posteriormente por los termestinos.
Se dirigió por segunda vez contra Numancia e intentó cercarla, planteándose, incluso, la realización de una zanja que uniera el Merdancho con el Duero para cerrar el paso de la llanura oriental. Pero los ataques constantes de los numantinos dificultaron estos trabajos de bloqueo y ocasionaron grandes pérdidas, por lo que el fracaso por segunda vez ante Numancia le obligó a aceptar condiciones de paz, planteadas por los numantinos a través de su jefe Megara.
Pero una vez cumplido lo pactado por los numantinos, y con el pretexto de la llegada de un nuevo general para sustituirle, negó su juramento, remitiendo el asunto al Senado de Roma; por ello, a lo largo del año 139, la guerra con Numancia sufrió un paréntesis, mientras los emisarios de la ciudad discutían en Roma la paz.
El Senado se puso de parte de Pompeyo y aprobó la ruptura de la paz, ordenando a Popilio Lenas que reanudase la guerra. Esto suponía que por tercera vez un general romano faltaba a su compromiso jurado con los celtíberos, y la segunda que el Senado recusaba un tratado pactado por un general.